La madera es un material conocido por sus amplísimas cualidades, que lo hacen apto para usos muy diversos, entre las cuales se encuentra también la propiedad de aislamiento térmico. El coeficiente de conductividad térmica (λ) de la madera es de aproximadamente 0’13 W/(m·K), aunque varía en función del tipo de madera.
Se trata de un coeficiente bajo en comparación con otros materiales que tradicionalmente se utilizan en edificación. De media, la madera aísla 2 veces más que el cemento (λ=0’29 W/(m·K)), 6 veces más que el ladrillo (λ=0’8 W/(m·K)) y 13 veces más que el (λ=1’7 W/(m·K)).
Además, como material aislante, la madera tiene otras muchas ventajas además su baja conductividad térmica. Por un lado está su capacidad higroscópica, es decir, la capacidad de ceder humedad al entorno o absorberla, lo que ayuda a mantener en el ambiente un grado de humedad bastante óptimo y purificar el aire.
Por otro lado, se trata de un material biodegradable, ecológico, reciclable y que consume poca energía en su proceso de fabricación, constituyéndose como el material de edificación más sostenible. Por todo ello la madera es un material muy adecuado para ser usado como aislante térmico.
El vidrio ¿Es aislante?
Por su parte, el vidrio tiene una capacidad aislante inferior a la de la madera, con una conductividad de entre 0’6 y 1 W/(m·K). Debido a esto el vidrio no suele utilizarse por sí solo como material aislante, sino que se combina con el aire para conseguir un mayor aislamiento.
De este modo, generalmente en las ventanas se coloca un doble acristalamiento compuesto por dos hojas de vidrio dejando entre ellas una cámara sellada de aire de entre 6 y 18 mm. Debido a que el aire es muy buen aislante (λ= 0’025 W/(m·K)) y que además tiene un bajo coeficiente de absorción de la radiación, este doble acristalamiento es bastante resistente al evitar pasar calor.
¿La madera y el vidrio son aislantes perfectos?
Pero aún siendo la madera y el vidrio buenos elementos aislantes, no pueden ser considerados aislantes perfectos, ya que existen materiales como el corcho, poliestireno expandido o la fibra de vidrio, con conductividades mucho más bajas.